17 de agosto de 2011

Experiencias cotidianas



La vida misma.

      En el local de enfrente están remodelando. Hay un camión azul grandote cargando escombro. Se escucha ruido a motor, a escombro cayendo desde lo alto, se ve un fino polvillo blanquecino volando por los aires. Alrededor del camión se va acumulando gente. Miran asombrados el espectáculo, atónitos. Tanto escombro junto es algo hipnótico. Se va el camión azul, llenito hasta arriba. Llega uno rojo de similares características. El recambio provoca revuelo entre la chusma. Las cabezas acompañan el movimiento de descargue. Hay cuchicheos. Y acá enfrente estoy yo, sola, escribiendo estas líneas, sabiendo que nunca voy a tener tantos seguidores como esa montaña de escombro. Que envidia.

Licencia de Creative Commons  Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.

2 comentarios:

Dany dijo...

Una larga travesía empieza con un simple paso. Los escombros son restos....de algo que fue.
Un saludo.

Ardilla Rabiosa [Florencia Ciancio] dijo...

Así es. Lindas palabras Dany. Gracias! Un beso para tí.