30 de septiembre de 2011

Experiencias cotidianas

Enanos en el cerebro.

Pintura de Sofía Luján Acevedo
Realmente es admirable el empeño que pone mi cuerpo en descubrir nuevas patologías que puedan ser de mi agrado. Todo comenzó cuando nací, ni más ni menos. En ese instante mi cuerpo supo que no estaba sobre esta Tierra para ser sólo un cuerpo. Supo que venía para un fin más elevado. Empezó entonces por probar qué tal me resultaban las distintas enfermedades existentes y de qué manera las toleraba. Así pues, comenzó experimentando con la neumonía. Lindas secuelas. Años respirando como si tuviera una aceituna atravesada en el tabique. Un sistema respiratorio digno de Cacho Castaña. Cuando se aburrió de la neumonía, mi organismo siguió con otros problemas respiratorios y con la siempre bien ponderada alergia. Ah… la alergia. Que compañera tan fiel. Veinticinco años y contando. Aunque debo decir que, lamentablemente, es un mal de familia. El nivel de alergia familiar ha llegado a tal extremo que inventamos una nueva denominación para los pañuelos descartables, servilletas de papel y rollos de cocina: limpiamocos. “¿Dónde están los limpaimocos?” “¿Me alcanzás un limpiamoco?” “Ya no quedan limpiamocos” son algunas de las frases que encabezan el top ten de las “frases matutinas más pronunciadas”. En fin, luego de la neumonía y la alergia siguió el exceso de calcio, la varicela doble (sí, dos veces), anginas, faringitis, laringitis, mononucleosis, chalacio, gripe, gatroenteritis, cistitis, migraña, miopía, astigmatismo, pie plano, erupciones cutáneas sin nombre aparente… la lista es infinita. Pero la cosa no termina ahí. No señor. La cosa sigue. He aquí la patología mejor aprovechada por mi organismo, la que me ha dejado más agonizante que nunca: insomnio. Oh Dios… el insomnio. Para el que no sabe, el insomnio es una enfermedad provocada por la irrupción abrupta de enanos que te recorren el cerebro de punta a punta a cualquier hora de la noche. Enanos con antorchas. Enanos quema neuronas. Durante mis dos hermosas semanas de insomnio he descubierto 1) que las palomas enmudecen durante la noche y molestan a partir de las seis de la mañana; 2) que la cañería del edificio seguramente transporta monedas desde la terraza hasta la planta baja; 3) que el vecino de arriba vuelve de trabajar a la madrugada y adora correr muebles a esa hora tan oportuna; 4) que luego de contar trescientas ovejas saltando cercas te dan ganas de tejerte un sweater; 5) que no hay nada, pero nada, absolutamente nada, que te haga dormir cuando tu cabeza está llena de vigilia; 6) que el Morfeo de la posmodernidad se llama Lorazepan y pesa 1 mg.
                No sé qué más me deparará mi organismo para los próximos meses, años… No sé si deba acostumbrarme, en algún momento, a padecer. Sólo sé que sea lo que sea que me depare, no quiero más enanos en mi cerebro. Que persigan a Blancanieves. Ella sabrá, mucho mejor que yo, qué hacer con esos petisos.  

Autora: Florencia Ciancio.

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1 comentario:

Anónimo dijo...

Nunca mejor descrita la fatal experiencia del insomnio!!...mas que enanos (y con perdon de los fanaticos de la saga)son orkos (o como se escriba) orkos que se tiran bombas de punta punta...y frodo es como el sueño..nunca llega a buen puerto!! jajaj...
Por cierto..hay que patentar "limpimocos"..todo un neologismo!!